lunes, 18 de febrero de 2013

Rayuela


Muchos de los juegos que aprendemos en la infancia, se convierten en pilares fundamentales de nuestras vidas, pero perdiendo la inocencia y el disfrute con el que originalmente fueron creados.


No hay mejor ejemplo que la rayuela, donde uno puede dibujar la vida con tizas en el piso. 

Arrancar desde la Tierra tratando de embocarla siempre, de ir dentro de los parámetros establecidos, rodando en un cuadrado que limita si estás de un lado o del otro.


A veces, uno se acerca a las personas oficiando de los casilleros 4 y 5, porque los vemos, y los sentimos venir en una pata desde el 1, con el sudor en la frente y el cansancio de cargar el peso de una vida en un pie. Agitados, por los cruces, los momentos, las historias, los miedos y las mejores alegrías. Darles la chance de apoyar los dos pies, doblar un poco las rodillas ¡que alivio!.


Pero como en todo juego, en la cabeza del jugador solo importa ganar y con solo una piedra dentro del 6 ya sos historia, y más sabiendo que enseguida están el  7 y 8.
Para qué preocuparse por el primer descanso que otorgamos, si enseguida llega el otro?. Pero nadie piensa que no se podría llegar, tal vez, al segundo descanso sin haber parado antes. Eso no importa, lo que importa es que ahora estas con los dos pies bien apoyados, contento, radiante, ¡feliz!, pero a no olvidarse que por más descanso, en el orden que sea, al cielo se llega solo.


Pero si se puede elegir, yo me quedo con esta Rayuela " Qué es lo absoluto, Horacio? - Mira - dijo Oliveira-, viene a ser ese momento en que algo logra su máxima profundidad, su máximo alcance, su máximo sentido, y deja por completo de ser interesante "


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