martes, 24 de septiembre de 2013

Alergica al polen

Me desperté y me dormí tantas veces por miedo a que se apague, que los ojos ya no sabían si cerrarse o quedarse a medio levantar.

Me miré tan quieta que me asusté, se me había hecho costumbre y casi creí que era vital el movimiento abdominal causado por tanta risa, de esa que te agarras la panza porque necesitas hacer presión para que la estallada calme, y aun así, toses medio atorado y seguís riendo.

Te miré tantas veces para saber si eras quien creía y quién quería que aparezca.

Acomodé el pelo como acto de prolijidad disfrazando un sano gesto de caricia. Pasé mi energía y recibí del afuera por medio de las extremidades, fuerte y abundante, gran caudal de vida rellenándome el alma sin fondo.  Y eso que yo en el alma mucho no creo.

Me duermo tantas veces pensando que me voy a despertar otra vez, que a veces es tan intenso el deseo que duermo, profundo, infinito y mi cabeza descansa de querer despertar.

La primavera me entró por el oído, en forma de susurro y me sacó  la ropa de la historia para dejarla en un piso húmedo de alcohol.


Ahora cierro los ojos y los froto, no se, esperando que tal vez  salga el genio que cambie de canal.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Mal Viaje

Toneladas de insultos como bombas de alquitrán en una linda pared blanca, forman un tren que no descarrila sino hasta el momento en que se da contra algo muy grande, fuerte, resistente.
Pero donde la entereza nos juegue una mala pasada el choque puede ser tremendo.

Tren humeante y contaminante que traza caminos de bajezas y desesperación  y  chilla por frías vías.
El dolor es pasajero estrella de este viaje. Es él quien tiene, además de cómodo sillón, un taburete a medida para descansar los pies destrozados de tan mal caminar.
La inferioridad lo codea y le agradece el pase libre que éste le regaló, para poder acompañarlo durante las horas más tensas que se avecinan.
El conductor, una cabeza que sangra, donde los ojos ya son uno solo y la nariz de tantas mentiras ahora ocupa el lugar de la boca, donde antes, alguien sonrió.

La eternidad es la meta fija de este crucero siniestro.

El egocentrismo, la indiferencia y el odio se mezclan con el fuego que permite que las ruedas no dejen de girar, sacando chispas que encandilan todo alrededor.

El vendedor turístico que invita a la travesía al bajo costo de la necesidad. Y la luz, que se llena de humo.

Todos sabemos de este tren. Algunos subieron y se dieron cuenta después de pocas cuadras, que la máquina gira en círculos y advirtieron, que en cualquier momento, donde uno frene sin querer, el tren choca contra si mismo y la explosión puede ser letal.

Pero no se desespere oscuro pasajero, siempre hay una ambulancia de amor cuando el humo se va.


Siempre hay una estación para poder bajar.