domingo, 21 de abril de 2013

Insegura seguridad


Me encanta cuando el cielo se alborota y nos saca esa idea de antropocentrismo.

Sentirse seguro en una casa bajo tres llaves, alarma, seguros de vida y un arma en el cajón.
Seguros ganando abultados sueldos.

Seguros porque tenemos una tarjeta de crédito.
Seguro porque los niños miran basuras animadas a todo color.
Seguros porque si llueve hay un auto que te lleva a donde sea y tu vestidito solo tendrá unas gotitas que hasta llegan a combinar con el color de tus ojos.

Seguros, porque tenemos la libertad de hacer lo que queremos a nuestro antojo, y después de encajar la pata hasta el fondo, algo que no se ve podrá perdonarnos, porque así lo imaginas y así eso quiso que lo creas.
Seguros con los pibes atras de las puertas blindadas, con ventanas enrejadas, televisores encendidos y niñeras bien pagas.
Seguros porque la comida viene en latas y más seguros porque tenemos abrelatas.

Pero bastan con unos pocos segundos, para que la noche parezca día de un momento a otro, gracias a algo que viene de algún lugar, de por allá arriba y nos patea la silla de la seguridad.

Desprotegidos en la inmensidad del Universo para hundirnos en el gran ombligo del mundo.

martes, 16 de abril de 2013

Brazos para abrazos


Cuando juegan con la serenidad de la gente, hacen que las cosas se vean diferentes.
Así como husmear detrás de una persiana con el sol de frente. Embocarle a los agujeritos y que no se te tuerzan los ojos.
Te da dolor de cabeza, atrás un bocinazo, un rechifle de viento en la ventana del baño que te cierra de un portazo el paso hacia el jardín.


Sembrando el miedo en otoño para recogerlo en primavera y volver a sembrar aunque no sea época para esperar en grandes sillones una gran cosecha.
Porque todo es a lo grande, las camas donde duermen, que viene con somníferos para aquellos a los que la cabeza todavía les pesa.
Enormes inodoros donde quepa toda la mierda que tienen de relleno.
Amplios televisores que acompañan el ensanche de los gobiernos, que día a día se desparraman por encima de sus cinturones, y donde te hagas el loco, sentirás la hebilla en la frente.
Grandes zapatos que creen poder usar y terminan siendo un laberinto sin salida, que escupe olor a pasos mal dados. 
Y por más que le agregues agujeros al cinto con un cuchillo, la falta de buenas decisiones hacen que los calzones en algún momento se caigan y el culo que mal se limpia, quede en evidencia.


Existen quiénes suben la música al palo.
Los que requiebran las caderas para barrer.
Los que abren las ventanas, las puertas, bailan en compañía de las cortinas. Y sienten tan a lo grande las cosas cada vez más pequeñas que amontonadas, unas sobre las otras, pueden comunicarnos con lo que por allá se descuelga, pasea, vuela y nos mira.
Lo más grande que poseemos los torcidos, son los brazos, a algunos nos faltan centímetros, pero al unirse con otros pueden alcanzar la libertad.


Los brazos unidos siempre serán temidos.

martes, 2 de abril de 2013

Imán


Hay un momento donde el corte de luz es casi necesario.

Cuando uno tiene más de una sensación activa casi al mismo momento, difícilmente se pueda manejar sin ser abordados por las mismas.

Cuando venis con ganas de ir al baño, después de una hora de aguantar en el bondi que pasó por todas las calles coloniales posibles, en el momento que estás entrando se te aflojan las piernas primero que nada. Ese correr con las rodillas casi pegadas sabemos que es imposible y dificulta más la llegada, pero igual lo haces. Si es pantalón con botones, se te enredan los dedos y si es un jogging es que una buena tenías que pegar. Y se sentas, alivio, placer y todo lo que antes venía a 220 pasa a bajar de velocidad, movimientos lentos, cuidados. Esa sensación parecida a cuando apoyas la cabeza en la almohada después de 30 horas de gira.
Con la atracción de persona a persona pasa lo mismo. Cuando te agitan la botella y la efervescencia sufre un descontrol interno, cada burbuja refleja una sensación, entreverada, enloquecida. Si venías con ganas de ver al atraído/atractor (aunque no exista no queda mal) generalmente uno hace un paneo general de la situación, un mapa semántico de opciones posibles para cumplir con todo lo que se espera sin que se note que eso mismo era lo que se estaba esperando. Y no, no es fácil.
Cuando la imantación comienza su trabajo de la forma más ruda e insoportable, la cabeza estalla, la sangre te juega una fórmula uno, el cuerpo comienza con movimientos no planificados y de esos que generalmente no concuerdan con el contexto. Te reís de nervios, te enojas de nervios, no queres pasar de nervios pero de los mismos nervios, pasas.
La tormenta se desata, rayos, truenos, centellas, tsunamis.  Pero siempre hay un rayo que te salva la vida y te achicharra un cable. 

Corte de luz.
Alivio.
Todo vuelve a su lugar y la atracción puede disfrutarse como se debe, acercando por sensación, mirando con el cuerpo.