viernes, 31 de mayo de 2013

por el lado del chofer que hay lugar

Cuando uno realmente se pone a pensar el sentido de lo conocido y establecido, entiende que algo cambia, que algo se libera y las cortinas se empiezan a correr.

Dejamos pasar muchos bondis que nos podían meter en nuevos caminos, simplemente por creer que esperando el directo se iba a llegar triunfante y radiante, y en verdad, el destino siempre es el mismo.
Nos subimos tratando de encontrar asiento, si es mejor del lado de la ventanilla, donde el solcito pega rico. 
Después de tanta acomodada, buscamos la música que nos aísle para cerrarle los ojos al sol por el que tanto empujamos. Y no va a ser la primera vez que te despierte un golpe de palmas acompañado de un “destiiiinoooo”, teniendo que bajar por la puerta de atrás, con la sensación de que te olvidaste de algo.

Es mentira que el tren no vuelve a pasar, los trenes pasan, todo el tiempo. Mientras uno se rasca el ombligo intentando escalar un tobogán de abajo hacia arriba, del otro lado del arenero las hamacas se siguen moviendo y pasan por ellas miles de personas al mismo tiempo. Y uno se mira la barriga y piensa.. y piensa.. y piensa.. . Y así estamos de tanto pensar, con el dedo metido en el ombligo ya inmóvil que ni siquiera nos satisface con una rascada.


Pero es necesario reaccionar y pensar que si todavía sigo mirándome el ombligo quiere decir que por esta parada mi bondi no pasa. Hay que caminar unas cuadras más y fijarse qué otro te lleva, y dejarse llevar. 

1 comentario:

  1. bueno
    la verdad q leyendo esto
    lo veo muy básico, sencillo
    pero después de terminarlo de leer
    me puedo dar cuanta q, lo q dice, abarca muchas partes de mi vida, de la de todos
    es como una explicación muy compleja de cosas q nos pasan, traducido a "entendible"

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