Nuestros mundos se están sacudiendo.
Está creciendo algo que necesita cosas de nosotros para poder ser. Cosas que tenemos que dejar, así como una ofrenda.
Está creciendo algo que necesita cosas de nosotros para poder ser. Cosas que tenemos que dejar, así como una ofrenda.
Estamos en procesos de cambio, pata en el acelerador, los ojos
bien abiertos y a ver que pasa.
Momento de evolución para unos, involución para otros.
Algunos estamos pasando, otros quedarán y serán una foto de lo que fuimos.
Dice una murga “cambio de siglo, ajústense los cinturones”. Cambiaría “siglo” por “era” y el “ajústense los” por “ajústense al”.
Algunos estamos pasando, otros quedarán y serán una foto de lo que fuimos.
Dice una murga “cambio de siglo, ajústense los cinturones”. Cambiaría “siglo” por “era” y el “ajústense los” por “ajústense al”.
Allá enfrente están ardiendo y de un soplido algo está
barriendo los montoncitos que supieron juntar y que no dieron tiempo de
descomposición o reciclaje.
Ahí arriba, el caminito de dominó perverso ya comenzó a
desmoronarse ficha a ficha, poco a poco. Y los que creen que somos embudo, que
consigan algo que les permita adherirse a lo que defienden y no salir
chorreando por el pequeño hueco, porque nadie asegura situación alguna fuera de
él.
Cada uno tiene su receta, su forma de hacer para que se
haga.
Tenemos que dar para seguir.
Estamos caminando al mismo tiempo que nos vamos desvistiendo para poder avanzar. Dándonos cuenta que lo que creímos necesario hasta el momento, no es prescindible para seguir. Dejar que las cosas que caen cuando chocan con la piel sean parte de una foto en un libro de historia, y abrir los cuerpos para poder llenarlos de algo que nos encienda y nos permita, por fin, sentarnos en una reposera a ver como el sol nos encandila diciendo “presente”.
Tenemos que dar para seguir.
Estamos caminando al mismo tiempo que nos vamos desvistiendo para poder avanzar. Dándonos cuenta que lo que creímos necesario hasta el momento, no es prescindible para seguir. Dejar que las cosas que caen cuando chocan con la piel sean parte de una foto en un libro de historia, y abrir los cuerpos para poder llenarlos de algo que nos encienda y nos permita, por fin, sentarnos en una reposera a ver como el sol nos encandila diciendo “presente”.
El trueque de luz debe ser solo por luz a cambio.
Cambio de era, zambúllanse al cinturón.
mucho para pensar
ResponderEliminarmucha realidad