martes, 24 de septiembre de 2013

Alergica al polen

Me desperté y me dormí tantas veces por miedo a que se apague, que los ojos ya no sabían si cerrarse o quedarse a medio levantar.

Me miré tan quieta que me asusté, se me había hecho costumbre y casi creí que era vital el movimiento abdominal causado por tanta risa, de esa que te agarras la panza porque necesitas hacer presión para que la estallada calme, y aun así, toses medio atorado y seguís riendo.

Te miré tantas veces para saber si eras quien creía y quién quería que aparezca.

Acomodé el pelo como acto de prolijidad disfrazando un sano gesto de caricia. Pasé mi energía y recibí del afuera por medio de las extremidades, fuerte y abundante, gran caudal de vida rellenándome el alma sin fondo.  Y eso que yo en el alma mucho no creo.

Me duermo tantas veces pensando que me voy a despertar otra vez, que a veces es tan intenso el deseo que duermo, profundo, infinito y mi cabeza descansa de querer despertar.

La primavera me entró por el oído, en forma de susurro y me sacó  la ropa de la historia para dejarla en un piso húmedo de alcohol.


Ahora cierro los ojos y los froto, no se, esperando que tal vez  salga el genio que cambie de canal.

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